21 marzo, 2008

La Otra Orilla

Contiguo

Había una delgada sábana curtida
entre su respiración y la mía
y la de Flora, su mujer,
cuando iba cada 15 días
la de aquellos chicos asustadizos
a quienes sometía con una daga
Ninguno de los dos rezábamos
nuestro saludo era árido
Yo evitaba mirarle, por desprecio
mientras él más me veía, por provocación
Comíamos aparte, cuando él lo hacía
yo me salía para no escucharle engullir sus alimentos
pero me quedaba con valor ante sus aires y silencio
Era una fina tela descolorida
la que separaba mis libros del zumbido de sus visitas
de sus hermanas mascando chicle,
pareciendo cínicas, atrevidas
muchachas ruines que me odiaban
a quienes yo, no sé por qué, le recordaba su desamor
Era un mantel donde los bárbaros,
parecía que habían expuesto sus heces
A nadie se le ocurría quitarlo
sólo a través de éste nos comunicábamos
hasta que un buen día, grato, dejé de escucharle
sin explicación, sin preguntar.
Ninguno de los míos vino a verme
nunca se enteraron que estuve allí
compartiendo ese manchón de tela
que algunas veces, creo que era verde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo Cristòbal!!! He leido un poco de su obra...Lo felicito..Ya el dìa de mañana tendre mi ejemplar..Exitos... Que este bien..!!
Att: Gabriela..(Mas Que Noticias, Ciudad Ojeda, Edo. Zulia